Una tecla para cada relación, una tecla es una relación, sin teclas no hay relaciones.
¿Cuántas veces pulso teclas a lo largo del día? Teclas del celular, de la computadora, teclas para saludar a un amigo, novio, comunicarme con un jefe o amigo a distancia. Nuestra vida, en ocasiones, se ordena en función de las teclas. El mundo QWERTY, el mundo Messenger, el mundo facebook, Twitter o SMS.
Los botones (para ya no repetir la palabra teclas) cobran vida porque el ser humano, que es ser un social por naturaleza, necesita interactuar. Nuestros desarrollos (aunque en realidad sean de Blackberry, de Microsoft, Apple o Nokia) nos permiten tener a nuestros amigos y familiares al alcance del pulgar. Podemos estar trabajando desde nuestras oficinas a unos cuantos kilómetros del otro, pero eso no impide que hablemos, incluso sobre nimiedades, mientras desempeñamos nuestras tareas cotidianas:
"Me acabo de caer e hice el ridículo, no tienes idea, qué vergueza", le dijo Claudia a su hermana a través del Blackberry messenger. Probablemente, si no tuviera la posibilidad de comunicarse a través de este canal, no se hubiera tomado la molestia de hacer una llamada o una visita personal para alterar el orden natural del día de trabajo de su hermana. Entonces, esta posibilidad de compartir cosas menos "trascendentes" con nuestros semejantes, ¿enriquecen o banalizan nuestras relaciones?
No hay que condenar a nadie ni a nada. El relativismo es algo propio de la posmodernidad: cada uno con sus auténticos cultos, ideales, prácticas, narrativas, tradiciones, costumbre. La lista es infinita pero la interrogante queda colgada en el aire y podría desencadenar un amplio debate entre los puristas de las relaciones interpersonales vs. los vanguardistas. Yo le apunto a la vanguardia, pero una vaguardia equilibrada, sabia, sensata y que sepa hacer de estos nuevos medios de interacción vías idóneas que nos ayuden a fortalecer nuestras relaciones, sin necesidad de descuidar el contacto personal que es tan indispensable para un sano crecimiento “sociabilizante”.
En honor a estos cuestionamientos que me atañen propuse –en el medio de comunicación en donde trabajo- abordar dicha problemática. En medio de la redacción de alguna nota periodística hago pausa para compartir con ustedes el resultado de mi análisis y breve investigación.
EL PODER DE LAS TECLAS
Las teclas construyen palabras pero, ahora que se lo hemos permitido, también construyen relaciones. Los emails, mensajitos y chats son piezas clave para la interacción.
No los conocía personalmente pero conseguí sus celulares a través de un conocido y acordamos –vía Blackberry- encontrarnos para conversar. Los cinco entraron al restaurante y se sentaron alrededor de la mesa: Mario, Alexandra, Carlos, Diana y Estefanía. Cinco chicos posmodernos de entre 20 y 25 años que, en más de una ocasión se desviaron del dialogo para atender sus celulares que vibraban para anunciar la llegada de algún mensaje de texto. En medio de la conversación me percaté de que Diana y Alexandra intercambian miradas cómplices. ¿Estarían teniendo una conversación cruzada, adyacente a la nuestra, a través de sus Blackberrys que no dejaban de vibrar? Esto me recordó cómo, gracias a unas cuantas teclas de ordenadores o celulares, han cambiado las comunicaciones. Estefanía me interrumpió el pensamiento cuando dijo: “Yo no podría vivir sin mi celular, es la única manera para estar conectada con todos mis amigos y familiares todo el día”. Acto seguido su atención se desvió porque a ella también le sonó el celular.
Nacen los virtuales
En el mundo de las relaciones interpersonales hay que partir de ciertas premisas básicas: el ser humano es un ser social por naturaleza y debido a ello tiene la inminente necesidad de estar en constante contacto con sus semejantes. Si bien antes estábamos acostumbrados a un contacto cara a cara, a través de cartas o del teléfono, hoy en día el escenario de las relaciones se ha alterado casi drásticamente. “Estamos frente a nuevas formas de relacionarnos y creo que las generaciones tienen todo el derecho de explorar nuevas alternativas hasta encontrar aquellas con las que se sientan más cómodas. En este caso estamos hablando de los medios de comunicación virtuales: celulares, chats, etc”, dice Cecilia Ansaldo, educadora, quien además de conocer estos medios adopta una postura reflexiva al recordar la evolución del comportamientos de sus alumnos en sus 35 años de carrera de docente. “Veo jóvenes en la universidad con sus computadoras, rodeados de gente, pero prefieren hablar con los otros que están en las ventanas de su pantalla”.
Lo que la sociología nombra sociedad de la información tiene su origen en la década de los noventa con la llegada de Internet a nuestras vidas. Gracias a ella, lo que antes parecía impensable se hizo realidad: las comunicaciones rompen barreras de tiempo o espacio y hay un acceso inmediato e ilimitado a todo tipo de información. De pronto descubrimos que estábamos hipercomunicados. Fue hace más de diez años que Mario y Alexandra se encontraron por primera vez con la posibilidad de entablar relaciones interpersonales que no les pusieran como requisito una presencia física o una voz, solo necesitaban estar parados frente a dispositivos que los conectaban –y los siguen conectando- virtualmente con los demás.
Ritos iniciales
Algunas generaciones recordarán su iniciación a la red cuando enviaron las primeras cadenas o “forwards” a través de Yahoo o Hotmail; o de los primeros amigos extranjeros que hicieron en los célebres programas mIRC o ICQ. “Me acuerdo de Baticueva (sala de chat mIRC), ahí estaba metido todo el mundo. Después del colegio llegábamos a conectarnos; seguías hablando con tus amigas que acababas de ver hace media hora. Y también te hacías amigos de afuera, de Filipinas o India e intercambiabas fotos”, cuenta Estefanía. Aquellas fueron las primeras ocasiones en que pudimos conversar fuera del país sin tener que salir de nuestro cuarto de computación, del cyber café o de nuestra oficina. A pesar de que algunas empresas desarrolladoras de estos productos conocieron mejores estrategias para mantenerse en pie hasta el presente, el medio fue indiferente para los usuarios pues siguen migrando de una alternativa a otra y encuentran los canales adecuados para mantenerse comunicados. En la actualidad el lugar más popular para reunirse a chatear es el MSN Messenger de Microsoft que, inclusive, se puede instalar en varios de los smartphones que nos ofrece el mercado de móviles. Las posibilidades para relacionarnos por vías digitales son casi infinitas. En Ecuador las más comunes son: emails, salas de chat, mensajes de texto SMS, chats de Blackberry y redes sociales como Facebook o Hi5.
De la carta al email
Hay quienes aún miran con recelo a los medios tecnológicos, quienes suspiran añorando el pasado, los días de las cartas escritas a mano y largas llamadas telefónicas. “Todo es cuestión de formatos, yo soy una persona de formato Blackberry, mi papá es de formato teléfono convencional y mi abuela es de formato carta. Así lo veo yo y no podría imaginar que fuera de otra manera porque siento que así puedo estar mejor comunicada con los demás”, antes de que Diana terminara la frase, su opinión me remitió hasta una idea que había compartido conmigo, días antes, el sociólogo de la FLACSO, Mauro Cerbino: “Estas comunicaciones, que son formas orales llevadas directamente a lo escrito, potencian nuestras capacidades de comunicación, hacen las conexiones con el otro más rápidas y efectivas. Piense que si nuestras relaciones están hechas de palabras y contactos verbales, entonces estos intercambios virtuales (verbales y constantes) sirven de soporte y ayudarán a engrandecer las relaciones. Creo que nos van preparando para el próximo encuentro físico”.
¿Entonces no podríamos decir que estos medios empobrecen las relaciones? Cerbino negaría con la cabeza: “No podemos decir que son los medios los que empobrecen la relación. Si hay empobrecimiento en las relaciones eso es consecuencia de malestares que ya estaban antes en la sociedad como la incertidumbre, las inconsistencias o aburrimiento de las relaciones. No podemos echarle la culpa al medio”.
Sobre este punto se podría desarrollar un amplio debate entre los “puristas” de las relaciones interpersonales y los vanguardistas. Cecilia, por su parte, no condena al medio pero señala que: “sí se corre el riesgo de reducir las relaciones humanas a su mínima expresión porque, por lo general, por estás vías se coleccionan listas de amigos pero cada vez se busca menos el contacto personal”. Talvez se trata de una apreciación personal pero es muy cierto que hay quienes no encuentran un equilibrio y abusan del chateo, del envío de mensajes. Pasan horas frente a un computador y dejan pasar el tiempo sin recorrer la ciudad, encontrarse con el otro que está en las calles o compartir cara a cara con un amigo mientras toman un café. “Hay algunas personas que molestan porque si estás con ella no te para bola por estar pegada al celular y te dice: espérame un ratito, espérame un ratito”, cuenta Mario.
Más fácil por mensaje
Mientras continuamos la conversación ellos lanzan una estadística que podría sorprender a algunos. Diana admite que de las quince horas que permanece despierta, por lo menos durante el 80 por ciento se encuentra conectada a través una vía u otra. Los demás lo asienten con la cabeza. Ya sea por el Blackberry, mensajes de texto o emails, alimentan el intercambio con amigos y familiares. Sostienen que esto no implica una desatención de sus obligaciones laborales. Sin embargo, a muchas empresas les preocupen los abusos de sitios web, programas o teléfonos móviles y hacen un seguimiento riguroso de dichas prácticas. Talvez nos encontramos frente a una generación que sabe manejar su tiempo y concentración para desempeñar varias tareas a la vez y de manera eficaz. Según estos chicos, ellos lo hacen bien. “Por aquí puedes contar cosas menos importantes (triviales). Por ejemplo: me acabo de comer un helado riquísimo. Nunca vas a llamar a nadie solo para contarle eso. Pero sí se lo dices por Blackberry”, dice Alexandra. Entonces estos medios van abonando la comunicación cotidiana para lo que Cerbino diría que es una nueva posibilidad de estar en constante contacto con el otro, de sentirlo más cercano. Será cierto entonces cuando dicen que en las pequeñas cosas se va conociendo a la gente. Talvez.
Estas nuevas configuraciones son, en efecto, y como señalaba Diana, nuevos formatos. Hay cambios en las relaciones interpersonales que son innegables. De hecho, descubrimos en ellas un nuevo atractivo porque permiten construir mensajes más originales (con fotos, emoticons o videos) y lanzar provocaciones que son menos comprometedoras o responsables. Si el hablante lo desea, tiene la posibilidad de aprovechar los recursos lingüísticos que conoce para entrar a un nuevo juego de seducción donde el componente de la vergüenza se desvanece. Aquellas son barreras que las coloca únicamente el diálogo cara a cara. “En presencia de la mirada, la postura y las expresiones, el establecimiento de los canales complica el contacto en una relación. Pero el mensaje sirve como momento preparatorio que ayuda al que aun no puede decir las cosas en presencia del otro”, señala Cerbino.
Vale la pena preguntarse: ¿estamos frente a emotividades falsas o incompletas? Nuevamente se podría retomar el debate pero estos cinco chicos cibernéticos no se inquietan pues también califican estas posibilidades como favorables. Carlos, por ejemplo, es pro mensajitos: “Estás cubierto, con el mensaje o el mail puedes pensar bien antes de decir cualquier cosa. Te evitas las sorpresas o el tartamudeo que pasa en persona y efectivamente, sí dices cosas que no dirías en persona pero eso no es malo. Si a alguien le da vergüenza decirle ‘te quiero’ a una chica, lo hace por celular y eso es mejor que no se lo diga nunca”.
Un te quiero, un te extraño, ¿tienen menos valor dicho en lenguaje virtual? Cada individuo juzgará. Sería precipitado señalar categóricamente que la emotividad se evapora por estos medios. Quizás sea más difícil encontrarla en relaciones que se basan únicamente en lo virtual (relaciones a distancia), pero en aquellas que saben alternar espontáneamente entre un espacio y otro (físico y digital), mientras sepan encontrar un equilibro, las resultados pueden ser favorables. “La emotividad tiene que abrirse un camino propio, haciendo conciencia de que no se puede permitir que la palabra oral se pierda por completo en lo que decimos por mensaje o por email. A veces sucede que el formato nos obliga a reducir las expresiones y van quedando cosas que no se dicen”, insiste Cecilia quien, por su culto a la lengua, teme además por los vicios del idioma que se presentan con frecuencia a través de estos canales comunicativos.
Hay que cuidarse la espalda, cuidarse de excesos. No es responsable satanizar al medio pero tampoco abusar de él. La posmodernidad nos pone las teclas sobre la mesa para que vayamos entretejiendo contactos, interacciones y relaciones que pueden nutrirse de lo digital si somos prudentes o adelgazar si descuidamos el contacto cara a cara. Pero la malnutrición no debe depender del chat, del email, del mensajito; depende la persona. Prueba de ello, y no como caso excepcional, es el baúl lleno de cartas del ex novio que mencionó Alexandra o las decenas de emails y mensajes interactivos por Facebook que Mario intercambia a diario con familia y amigos a la distancia. En el fondo, todo es cuestión de subjetividades, otro síntoma de la posmodernidad.
En citas
Lo que se extraña
“Ya no te llaman por teléfono, pero la llamada al convencional era mucho más importante porque contestaba tú mamá y tenían que identificarse. Había más compromiso”. Alexandra, 23 años.
“Es verdad que todo depende de la persona para que sea más o menos romántica con flores y cartas. El problema es que todos estos medios facilitan las cosas y hacen que esos detalles lindos se den cada vez menos”, Estefanía, 20 años.
Problemas por las teclas
“Todas nuestras relaciones de amistad o pareja se basan por lo menos en un 60 por ciento en medios digitales. Por ejemplo: le va a importar a tu pelado el estado (civil) que pongas en el Facebook, las fotos que pones en tu perfil –tus amigas se enteran si no las invitaste a un evento-, las conversaciones que tienes en el celular, los nombres que tienes en tus contactos, etc. Y tu pelado te dirá: ¿por qué hablas con él? Entonces pueden haber problemas”, Diana, 22 años
Enemigos de los infieles
“Hay que recordar que la tecnología es la enemiga número uno de los sinvergüenzas. En otras épocas no te descubrían tan rápido como ahora. La mayoría de hombres infieles que yo conozco los han descubierto porque le leyeron el mensaje, porque lo vieron en una foto de Facebook o porque le pasaron una foto por el Blackberry. Justamente ahora que ya la comunicación por el celular no es solo el mensajito, sino también la foto y el voice note (mensaje de voz); te descubren en el acto. Esa misma noche que está con otra, a la pelada le llega una foto de la amiga delatándolo”, Mario, 25 años.
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